domingo, 1 de diciembre de 2013

The sea.

Una ola, dos olas, tres.. Mirando al mar contaba las olas, lo hacia porque me parecía menos triste que contar las veces que llegaba el agua y se llevaba los cimientos del castillo que quería construir. Cada vez que el mar me arrebataba lo que con esfuerzo construía una y otra vez, deseaba que bajara la marea. Porque no baja? Quizás siempre sera alta la marea? Espere y espere, casi me lanzo al mar, casi lo doy por perdido, cuando no albergaba ninguna esperanza, me levante y me aleje pensando que jamas lo lograría. Ande y ande, a paso lento, arrastrando mis pies bajo la arena, sin mirar atrás. Al llegar al punto donde creí que perdería el mar de vista, me gire, quería verlo una vez mas, pero cuando me di la vuelta vi el mar mucho mas lejos de lo que esperaba, no me lo podía creer, había bajado la marea, por fin... Corrí y me tire a la orilla donde mis huellas en la arena desaparecían, y con gran esfuerzo empecé a construir mi gran castillo. Mi maravilloso castillo, "cuando este terminado ni el mayor tsunami podrá derribarlo" pensaba, mientras, unía granitos de arena, uno tras otro, sin parar. Entusiasmada, ilusionada, esperanzada, así me sentía, cuando note una mano en mi hombro. Me gire desconcertada, sin saber que encontraría, y la vi, solo hizo falta mirarla a los ojos, me volví a enamorar. De pronto sentí el agua bajo mis pies, la marea había subido, mas que nunca. Me quede ahí, mirándola y apartando la vista, sin saber que hacer, sin saber que decir. El cielo se volvió gris, el mar se agito, el viento se enfureció. Y yo lo único que quería era echarme en sus brazos y no separarme nunca. Cada sentimiento que había llevado al fondo de mi corazón, escondiéndolo, ocultándolo, en un segundo salieron todos a flor de piel, sin embargo en sus ojos no veía nada, ya no brillaban al mirarme, no había luz, esa luz que tanto me hizo sentir en el pasado, había desaparecido, y de pronto lo entendí. Porque esperar algo que posiblemente jamas volverá? 
No quiero pasar mi vida en una playa desierta construyendo un castillo donde guardar sentimientos. Un castillo infranqueable, porque lo que yo buscaba no era evitar que nada entrase, sino que nada saliera. Pase largo rato ahí de pie, mirando, pensando, sin decir una palabra, en muchos momentos me falto poco para cometer una locura, porque necesitaba volver a sentir el calor de sus labios en los mios, pero eso lo echaría aun todo mas a perder, cuando entonces lo supe.
Jamas volveré aquí, caminaré y lo haré hasta que de tanto andar ese fuego que tengo en mi se consuma, o hasta que encuentre a alguien que sea capaz de apagarlo. 
Nunca digas nunca, eso dicen, así que no diré que no volveré, pero si lo hago ya todo sera distinto.